martes, 18 de septiembre de 2007

Spiegelsaal



















Battles - Mirrored

Todos los años se editan un puñado de discos a los que podríamos denominar “raros”; discos que vienen a desencajar oídos y percepciones y a desestabilizar la conformidad y previsibilidad de una escena que replica sonidos en una cadena de montaje fordista que reproduce los moldes más rancios. El año pasado, uno de esos discos indefinibles fue el Drum´s Not Dead de Liars, algo así como el Inland Empire musical de 2006. Este año son varios los álbumes que entran en esa categoría: el Strawberry Jam de Animal Collective, el Person Pitch de Panda Bear, Andorra de Caribou y el disco vuela cabezas indiscutido: Mirrored de Battles.

Si Drum´s Not Dead – nunca un título más apropiado – era un tratado experimental de batería, drones y paisajes ambientales, Mirrored no es otra cosa que la deconstrucción biónica y ad infinitum de toda una estructura sónica que también tiene a la batería como eje de apoyo. Pero ¿cómo podemos definir el asalto sonoro al que nos somete Mirrored? Si me atengo a las convenciones de manual, no voy a desentonar si lo defino como math rock, rock matemático, cerebral y clínico, con poco lugar para la emoción. Un estilo que comparte coordenadas con ese territorio de límites imprecisos que es el post rock. Sin embargo, si por un momento aceptamos esa concepción, tenemos que decir que la música se sustenta sobre una serie de variables en fuga que descontrolan las ecuaciones conocidas y hacen esquivo el valor de x. O sea, un rock matemático en el que los postulados volaron por el aire.

Antes hablaba de Animal Collective y de Panda Bear, dos proyectos que tocan tangencialmente el delirio de Battles. Es que si a los collages psicodélicos de Strawberry Jam les quitamos los hongos, el fogón pirotécnico y el hippismo acústico, el resultado no está muy lejos de la matriz de loops rítmicos de Mirrored. Todo en el disco está propulsado sobre un groove enfermizo y contagioso apto para desatar la danza más espástica. Es música cerebral, sí, pero una en la que las neuronas se desatan en un remolino de furia eléctrica. Todo el disco es una amalgama de guitarras, bajos, samplers, baterías, teclados que no remite a nada conocido. Es como si una banda de rock convencional sobrevolara el Triangulo de Las Bermudas y sufriera el descontrol de sus instrumentos y certezas para terminar plegada sobre si misma y lanzada a una realidad paralela regida por otro corpus de leyes físicas. Impresionante.

El 15 de Noviembre, Battles se estará presentando en Santiago de Chile que será la afortunada testigo de uno de los mejores shows en vivo del momento (ver abajo). De Buenos Aires, ni noticias por ahora. Evidentemente, con ciertas excepciones – Joanna Newsom, Caléxico, LCD Soundsystem - la plaza porteña no está muy abierta a las propuestas arriesgadas, innovadoras y experimentales. El 2 de Noviembre se viene el ridículo Festival Yeah con Starsailor, Travis y The Killers. Me parece que lo que está faltando es un Festival No! o uno que se llame Fuck Off. O al menos, que alguien se ponga las pilas y traiga a Battles.

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