sábado, 8 de diciembre de 2007

Todos Los Fuegos El Fuego

A esta altura de mi vida y en esta época del año, suelo ponerme un tanto nostálgico. Y por otra parte no ando con mucho que decir por estos días. Por eso, nada mejor que colgar un video que armó el amigo Chelo que va perfecto con estos ánimos extraños. Ah! La música es de Low y la combinación es demoledora.

Cosas Que Perdimos En El Fuego (Clip Para Sujetar un Poema)

sábado, 24 de noviembre de 2007

De Suecia Con Amor

Debe ser el agua. O el aire. O quizá se trate del clima. Pero lo que sí es seguro es que algo pasa en los países nórdicos. Es que si no, cuesta entender que en una región con la más alta tasa de suicidios del mundo, una extensión desolada de lagos y bosques iluminada – es un decir – por el sol de medianoche, se de una proliferación tan importante de bandas que si por algo se caracterizan es, justamente, por su dulzura. Hablamos de una zona geográfica en la que ese vasto y heterogéneo “a pesar de” se ha transformado en un curioso “gracias a” que ha dado lugar a algunas de las bandas y solistas más interesantes del pop actual. En este caso, nos vamos a referir a dos discos de 2007 que nos deslumbran desde Suecia.




















- Jens Lekman, Night Falls Over Kortedala: Estamos ante un disco ideal para, a) musicalizar un paseo en bicicleta en un día soleado, b) acompañar un baile desencajado y pretendidamente dandy frente a un espejo ó c) saborear cócteles delicados en una fiesta que puede no serlo. A cada cual se le pueden ocurrir combinaciones igual de efectivas. Lo seguro es que todas van a tener que ver con el bienestar, un estado favorecido por la sutileza y la gracia de un compositor que tiene la etiqueta de clásico pegada en su frente. Poco se puede hacer ante la lírica juguetona de este fan de Jonathan Richman que se constituye como el improbable maestro de ceremonias de una celebración en la que se dan cita los más contagiosos arreglos, la profusión de cuerdas y bronces en estado de gracia y las historias más interesantes de un suburbio de Gotemburgo, un lugar en el que – como ya dijimos – algo debe haber en el aire.






















- Shout Out Louds, Our ill Wills: En su cuento breve El Continuo de Gernsback, William Gibson – un conocido autor de ciencia ficción – ponía en boca de uno de sus personajes la idea del fantasma semiótico, una construcción para referirse a esos fragmentos de imaginería de la cultura profunda y popular que se desprenden del inconciente colectivo y toman vida propia. Eso es justamente lo que sucede con Shout Out Louds. La banda sueca producida por Bjorn Yttling (Peter Bjorn & John) parte de una serie de componentes profundamente asimilados – arreglos, sonidos de guitarras y bajos – de protagonistas reconocidos de otra época – en este caso de los 80, de la mano de The Smiths, The Cure y New Order – y los reprocesa en un preparado refrescante, agridulce del que a la gorda de Robert Smith no le vendría nada mal nutrirse para darle nueva vida a un songwriting que viene en franca decadencia. De última, las herramientas están a su alcance: el contribuyó a crearlas. Lo que nos sucede al escuchar Our ill Will es que nos sentimos nuevamente en casa, transportados fugazmente en el tiempo, percibiendo perfumes que creíamos olvidados. Y este milagro viene de la mano de un puñado de canciones memorables que se constituyen como el vehículo ideal de esos fantasmas sonoros.

lunes, 5 de noviembre de 2007

En La Ruta Del Arbol, Un Doblete Mágico

Si me pidieran que defina lo que es una canción perfecta, probablemente me vendrían a la mente una sarta de ideas, algunas más disparatadas que las otras. Sin embargo, solo me bastaría 1 minuto y 34 segundos para ofrecer las pruebas cabales de lo que ese concepto representa para mi. Ese es el tiempo que se toma Guided By Voices para dar cátedra en una asignatura que parece más fácil de lo que en realidad es. Eso es Game Of Pricks, un muy bien 10 felicitado en la escuela de composición de Robert Pollard, un iluminado que escupe melodías memorables como quien se toma un vaso de agua. No voy a aceptar objeciones del tipo “suena mal” o “es una melodía de ducha”. Con respecto a lo primero hay que decir que Guided By Voices nunca volvió a alcanzar las cumbres de calidad melódica de la época en que preferían el registro crudo y de baja fidelidad. Para pruebas, por favor remitirse a sus discos Bee Thousand y Alien Lanes (disco al que pertenece Game Of Pricks). Con los años, la banda fue puliendo su bordes y ganó en claridad y brillo sonoro lo que perdió en habilidad melódica (aunque tampoco es que haya perdido mucho, ojo). En cuanto a lo segundo, que mejor que una canción que se adhiere a nuestro cerebro, pero no como un chicle molesto, sino como una impresión endorfínica que genera placer y pensamientos agradables.

Game Of Pricks – Guided By Voices

Como si esto no bastara, abajo cuelgo otra versión del tema en cuestión, esta vez en manos de esa tremenda banda que es A Sunny Day In Glasgow. El track está incluido en The Sunniest Day Ever, su EP de 2006 que funciona como un concentrado de las ideas sonoras que florecerían magníficamente en ese laberinto de espejos que es Scribble Mural Comic Journal, su álbum debut de 2007.

Game Of Pricks – A Sunny Day In Glagow

lunes, 29 de octubre de 2007

Por La Paz y La Canción
















Clásico y atemporal son dos de los adjetivos más citados a la hora de referirse a Richard Hawley. Y es cierto que ya desde la tapa de Lady´s Bridge, su último disco, no se busca precisamente contradecir esos rótulos acertados. Surgido de la pesada resaca del brit-pop que tenía en Longpigs a una de sus bandas más interesantes (agrupación en la que, de todas maneras, no tenía un rol preponderante); guitarrista invitado de Pulp en su última etapa; hay que decir que nadie estaba preparado para lo que vino a ofrecer Richard Hawley como solista.

Lo primero que hay que tener en cuenta para acercarse al buen Ricardo es lo siguiente: cínicos abstenerse. Sucede que la propuesta de este songwriter de Sheffield es poco apta para las miradas torcidas que se arrogan estar a la vanguardia de las formas musicales, una elite a la que a Hawley poco le importa pertenecer. Así, abrazando algunos de los temas más trillados - la pérdida, el amor, la nostalgia y la soledad – los reviste con exquisito gusto a fin de poder transmitir su idea. ¿Cuál es esa idea? Ni más ni menos que la canción romántica y su poder redentor. Como diría el gran Nacho de Asturias, la paz que trae la canción.

Hay momentos para todo y digamos que Lady´s Bridge no es un disco que uno vaya a poner en una fiesta, ni va a ser la opción indicada si lo que estamos buscando es una propuesta rupturista. Es que Lady´s Bridge es un disco al que poco le importan el cerebro y sus razones. Siempre preferirá estar del lado de un corazón inflamado que no tenga miedo de caer en los valles de la cursilería. Es un disco íntimo, cálido, de tonos ocres, otoñal si se quiere. Pero, una vez más, no nos olvidemos de esa característica recurrente: la atemporalidad, que si a algo se opone es, justamente, a la estacionalidad. Por eso, que mejor que esta primavera para darle la bienvenida a Valentine, esa plegaria de corazones rotos; a ese desborde technicolor que es Tonight The Streets Are Ours y a esa balada misteriosa y narcotizada que es The Sun Refused To Shine: todas ellas muestras acabadas de ese juez y rey que es la canción.

Este año se editó The Travelling Wilburys Collection, un compendio de los dos discos de aquella banda de estrellas en la que relajadamente se divertían George Harrison, Jeff Lynne, Bob Dylan y Tom Petty. No hay que ser muy sagaz para afirmar que el disco que vale ahí es Volume 1, el primero, el que tiene a Roy Orbison como una de sus figuras descollantes, el que elevó la vara de calidad a tal nivel que - con posterioridad a su sorpresiva muerte - tornaría al disco siguiente en una experiencia fallida. Es el disco que tiene Not Alone Any More, el álbum que captó los últimos destellos de la leyenda de Vernon, Texas. Lo importante, lo mejor de todo esto, es que con Richard Hawley nos podemos quedar tranquilos. Ya tenemos a nuestro propio Roy Orbison.

Valentine

Tonight The Streets Are Ours

lunes, 22 de octubre de 2007

Música Para Pastillas















Spacemen 3 - Perfect Prescription

En estos días se editó la edición conmemorativa por los cuarenta años del lanzamiento de The Piper At The Gates Of Dawn, el álbum debut de Pink Floyd; uno de los discos paradigmáticos en eso de sentar las bases del space rock. Hay que decirlo: no fue el único. Ahí están los discos de Hawkind, olvidados con injusticia. Pero el debut de Floyd pasó a la historia por su maraña hipnótica de cuelgues mántricos, pirotecnia psicodélica de alto calibre, referencias a gnomos, bicicletas, espantapájaros y sobre todo a la omnipresencia del espacio como idea guía del disco y de su música. Un sonido cósmico que embrujó a Syd Barrett y lo disparó en un viaje interestelar sin retorno que lo depositaría en un limbo espeso del que ya nunca pudo escapar. Pero stop. No voy a seguir hablando del primer disco de Floyd. Tan solo me voy a limitar a decir que las cuerdas cósmicas, los agujeros de gusano y los mensajes del Mayor Barrett trazaron una cartografía imposible de la infinitud espacial que generó toda una pléyade de bandas guiadas por una única idea: el espacio es EL lugar. Y hacia allí se dirigieron Jason Pierce y Peter Kember al frente de la nave Spacemen 3.

Su segundo disco, Perfect Prescription, es un monumento monolítico – por ese monolito astral y metafísico de 2001: A Space Odyssey, aclaremos – que propone un círculo vicioso nunca mejor ilustrado que en el nombre de otro de los discos emblemáticos de Spacemen 3: Taking Drugs To Make Music To Take Drugs To; un vórtice de drones y minimalismo melódico y percusivo que desacelera las funciones orgánicas y las hunde en un aletargamiento mudo e hipnótico que, una vez más, favorece ese tipo de viaje interno que puede resultar tan o más vertiginoso que el más lanzado de los viajes espaciales. De todas maneras, las drogas no resultan necesarias. La sola música genera esa sensación. Y si bien el disco fue grabado bajo los efectos de toneladas de sustancias, no hay una tan poderosa como este disco en si mismo. Resulta curioso leer los nombres de los temas en forma progresiva: nos damos cuenta de que es la perfecta descripción de un viaje de drogas y no precisamente de las suaves. Otro antecedente es clarísimo: Velvet Underground y su Heroin, toda una simulación musical del acto de fijarse, el rush inicial y la posterior laxitud y dejadez somnolienta y desganada del que está colocado.

Nunca más apropiado entonces el titulo del disco: una prescripción perfecta para ponernos en marcha, elevarnos de nuestros asientos y asistir al encuentro con entidades en un derrotero que - como en la película de Kubrick – puede llevarnos a los confines del universo y el tiempo y de allí, de vuelta a nuestra habitación y a nuestra realidad mortal.

Bajátelo acá

lunes, 8 de octubre de 2007

Ficha Técnica

Caléxico en La Trastienda

El Show: va tranquilo para convertirse en uno de los shows del año, rankeando ahí arriba con el de Vetiver en el mismo lugar y el de Nacho Vegas en Harrods. Está bien que faltan los shows de Battles y de LCD Soundsystem, pero entre estos armamos el Top 5.

El Lugar: La Trastienda, que hoy por hoy es un lugar ideal para los shows en vivo. De hecho, no recuerdo una mala presentación en ese lugar. El sonido es increíble, bah...en realidad suena como debería sonar cualquier lugar decente. Lo que pasa es que venimos acostumbrados al pésimo sonido imperante en los festivales (recordar sino a New Order el año pasado). El problema del boliche de Telerman es el precio de las entradas y de cualquier cosa que uno decida consumir en el lugar.

La Gente: para variar, con unas ansias desmedidas de dialogo, principalmente en el fondo. Son los poseurs fashion. Afortunadamente, el buen sonido lograba taparlos bastante bien.

La Banda: Afiladísima en todas sus líneas; con una base rítmica potente, hiper contagiosa y, a la vez, llena de sutilezas; dotada de una gran habilidad para trasladar los arreglos de los discos al vivo. Y si bien no estuvieron los mariachis, las intervenciones en trompeta de Jacob Valenzuela y Martin Wenk lograron que no se los extrañe. Joey Burns contagió buena onda todo el tiempo y demostró ser un tipo muy sencillo, con cero ínfulas de rock star (en una actitud diametralmente opuesta a -digamos- Los Álamos quienes, da la sensación, sienten que están haciendo música trascendental. Para muestra bastaba mirar toda esa gestualidad exagerada). Volviendo a los muchachos de Tucson, las palmas se las llevó Paul Niehaus que con su ejecución de pedal steel, dejó con la boca abierta a quien escribe.

Que Faltó: no se le puede reprochar nada a la banda. El show fue tremendo y culminó a toda fiesta con el público de pie y entregadísimo. De todas maneras, me quedé con ganas de escuchar Ballad Of Cable Hogue y Quattro. Por su parte, H. se lamentó de que no tocaran esa demolición épica que es All Systems Red, el último track de Garden Ruin.

Que Sobró: esas líneas del Desaparecido de Manu Chao en Guero Canelo, el cierre del show.

La Sorpresa: el momento emotivo de la noche fue una inesperada y hermosa versión de Alone Again Or, aquel himno de Love que Caléxico hizo suyo con total naturalidad y para delirio de los presentes. Por mi, hubieran terminado el show ahí. Eso me llevó a pensar lo triste que resultó la primera presentación de Stephen Malkmus en Argentina, con todo ese karaoke indie-decadente. Con el tema de Love, Caléxico dio una muestra de contundencia, respeto, genuina sensibilidad y homenaje a una banda esencial para entender de que iba la psicodelia folk-rock de la costa oeste norteamericana en los años 60. Y no me vengan a hablar de los Doors
.

Bonus: Joanna Newsom tocó en Niceto. Solo diré que fuimos tocados por un hada. No somos dignos…

lunes, 24 de septiembre de 2007

Popart




















Que buena banda era Wire. Siempre me pareció increíble la capacidad que tenían para reinventarse y evolucionar de disco a disco. Partiendo de un álbum de punk seco y cortante que miraba torcido al resto de las bandas de la época (Pink Flag, 1977), siguieron con la que para muchos es su obra maestra, Chairs Missing (1978): un álbum en el que combinaban con gran habilidad aceleraciones filosas, teclados nivales y un haiku de perfección pop encapsulado en menos de dos minutos: Outdoor Miner, un tema cuya letra oblicua hace referencia a un insecto (no era la única canción entomológica; también estaba I Am The Fly). De ahí, un salto sin escalas a los páramos congelados de la experimentación claustrofóbica y los fuegos fatuos del prog presentes en 154 (1979), el tercer disco que hace trascender a Wire más allá de los confines estrechos del punk. Allí, aisladas en los paisajes de geometría glacial del disco, brillaban dos canciones imposibles que reflejaban la sensibilidad pop de Colin Newman, el líder de la banda: The 15th y Map Ref. 41ºN 93ºW.

Luego de esos tres destellos, sobrevino la combustión espontánea que los hizo implotar y desaparecer hasta que una reunión en 1987 los colocó de nuevo en el firmamento de las bandas que importan. Siguieron tres discos más en los que cruzaron la experimentación y la canción vanguardista sobre un tapiz de synth pop que redefinió las coordenadas de su sonido. Las muestras más acabadas de esa nueva orientación muy a tono de los tiempos que corrían, están en The Ideal Copy y A Bell Is a Cup...Until It Is Struck, dos discos datados pero plenos de emocionante acid pop.

Su reunión en 2003 fue indigna de su ilustre pasado pero, por suerte, Colin Newman nunca dejó de moverse y además de algunos discos buenísimos que facturó con su nombre, encauzó su talento en Githead, una banda con nombre de insulto que editó un disco que es cualquier cosa menos agraviante: Art Pop, un título que es toda una declaración de principios. Y ah...bueno!; sinceramente no estaba preparado para el impacto que me generó este objeto candente de inspiración desbordante: un exhibición de grooves hipnóticos, avant pop texturado y estribillos que se zarpan de emotivos y catchy.

Hay dos momentos tremendos: el primero lleva por nombre These Days, un tema que se mueve con gracia de equilibrista sobre una pared delgada y osmótica: a un lado, los terrenos misteriosos y desolados del riesgo sónico; al otro, ese don enorme para dar con la fórmula de la canción no obvia e intoxicante. El otro uppercut, el que nos hace morder el polvo, es All Set Up, del que solo diré que es un licuado perfecto de los mejores momentos de toda la carrera de Wire. Para coronar esta demolición, y a pesar de eso dibujarnos una sonrisa estúpida, llega Live In Your Head, un cierre de calma hipnótica y pastoral que tira cables al Julian Cope más reposado.

No voy a decir mucho más. Simplemente, que esto no lo vi venir. Los meteoritos no cayeron solo en Perú. Fíjense, abajo hay tres fragmentos muy candentes.

These Days

All Set Up

martes, 18 de septiembre de 2007

Spiegelsaal



















Battles - Mirrored

Todos los años se editan un puñado de discos a los que podríamos denominar “raros”; discos que vienen a desencajar oídos y percepciones y a desestabilizar la conformidad y previsibilidad de una escena que replica sonidos en una cadena de montaje fordista que reproduce los moldes más rancios. El año pasado, uno de esos discos indefinibles fue el Drum´s Not Dead de Liars, algo así como el Inland Empire musical de 2006. Este año son varios los álbumes que entran en esa categoría: el Strawberry Jam de Animal Collective, el Person Pitch de Panda Bear, Andorra de Caribou y el disco vuela cabezas indiscutido: Mirrored de Battles.

Si Drum´s Not Dead – nunca un título más apropiado – era un tratado experimental de batería, drones y paisajes ambientales, Mirrored no es otra cosa que la deconstrucción biónica y ad infinitum de toda una estructura sónica que también tiene a la batería como eje de apoyo. Pero ¿cómo podemos definir el asalto sonoro al que nos somete Mirrored? Si me atengo a las convenciones de manual, no voy a desentonar si lo defino como math rock, rock matemático, cerebral y clínico, con poco lugar para la emoción. Un estilo que comparte coordenadas con ese territorio de límites imprecisos que es el post rock. Sin embargo, si por un momento aceptamos esa concepción, tenemos que decir que la música se sustenta sobre una serie de variables en fuga que descontrolan las ecuaciones conocidas y hacen esquivo el valor de x. O sea, un rock matemático en el que los postulados volaron por el aire.

Antes hablaba de Animal Collective y de Panda Bear, dos proyectos que tocan tangencialmente el delirio de Battles. Es que si a los collages psicodélicos de Strawberry Jam les quitamos los hongos, el fogón pirotécnico y el hippismo acústico, el resultado no está muy lejos de la matriz de loops rítmicos de Mirrored. Todo en el disco está propulsado sobre un groove enfermizo y contagioso apto para desatar la danza más espástica. Es música cerebral, sí, pero una en la que las neuronas se desatan en un remolino de furia eléctrica. Todo el disco es una amalgama de guitarras, bajos, samplers, baterías, teclados que no remite a nada conocido. Es como si una banda de rock convencional sobrevolara el Triangulo de Las Bermudas y sufriera el descontrol de sus instrumentos y certezas para terminar plegada sobre si misma y lanzada a una realidad paralela regida por otro corpus de leyes físicas. Impresionante.

El 15 de Noviembre, Battles se estará presentando en Santiago de Chile que será la afortunada testigo de uno de los mejores shows en vivo del momento (ver abajo). De Buenos Aires, ni noticias por ahora. Evidentemente, con ciertas excepciones – Joanna Newsom, Caléxico, LCD Soundsystem - la plaza porteña no está muy abierta a las propuestas arriesgadas, innovadoras y experimentales. El 2 de Noviembre se viene el ridículo Festival Yeah con Starsailor, Travis y The Killers. Me parece que lo que está faltando es un Festival No! o uno que se llame Fuck Off. O al menos, que alguien se ponga las pilas y traiga a Battles.

Descargate Mirrored


lunes, 10 de septiembre de 2007

Katy Song

Estoy obsesionado con los Red House Painters. Últimamente me dediqué a hacerme de todos los discos firmados por Mark Kozelek. Obviamente los de Sun Kil Moon también cayeron en la volteada. Pero hay una canción que brilla por sobre todas las demás y que estuvo dando vueltas en mi cabeza durante todo este invierno que ya termina. Esa canción es Katy Song.

Esta conmovedora balada se encuentra en el segundo disco de los Red House Painters aka Rollercoaster, por esa montaña rusa en sepia que ilustra su hermosa tapa. Una portada muy apropiada que refleja con gran precisión el tono del disco y las emociones fluctuantes que se despliegan a lo largo de él. Una obra maestra en eso de articular la vulnerabilidad, la desesperación y el dolor por una ruptura amorosa con la morosidad frágil de una música que nos sumerge en su textura opresiva y en ese estado de latencia deprimente de domingo por la tarde, un momento ideal para escuchar este disco.

Pero vuelvo a Katy Song. El comienzo es sobrecogedor. Una línea de guitarra memorable y climática, el bajo que se suma y la lentitud acompasada de la batería que van conformando la postal de una dolorosa separación. Los resabios de una última primavera que imprime sus noches y sus roces íntimos en la película vacía de lo que ya no va a ser, en el vértigo por ese tiempo juntos que se termina y en el vacío insondable que sobreviene a la despedida, reflejado en esa tremenda frase final: without you what does my life amount to? Todo ese sufrimiento está ahí, en la letra que reproduzco abajo

some escape some door to open
this path seems the blackest but i
guess it's the soonest
but there in the clearing i
know you'll be wearing
your young aching smile and
waving your hand
can't go with my heart when i
can't feel what's in it i
thought you'd come over
but for some reason you didn't
glass on the pavement under my shoe
without you is all my life amounts to

a final sleep no
words from my cutting
mouth to your ear or
taut wicked pinches
from my fingers to your bitter face
that i can't heal
i know tomorrow
you will be
somewhere in london
living with someone
you've got some kind of family
there to turn to
and that's more than i could ever give you

a chance for calm
a hope for freedom
outlet from my cold solitary kingdom
by the forest of our spring stay
where you walked away
and left a bleeding part of me
empty and bothered
watching the water
quiet in the corner
numb and falling through
without you what does my life amount to


La música es el perfecto ropaje para tan desalentadores sucesos y resulta inevitable sumergirnos en ese template de melancolía indecible que se despliega durante los primeros cuatro minutos y medio. Después pasa algo que lleva la canción a otro nivel. Más precisamente entre los 4:33 y los 5:00 sobreviene una línea melódica y un tarareo de Kozelek que ni bien concluido, deseamos que vuelva a repetir. Kozelek sabe que alcanzó un momento de perfección. Nosotros también lo sabemos. Y por eso, decide prolongarlo durante los siguientes cuatro minutos y hasta el final de la canción, incorporando un sutil crescendo de guitarras en un caos controlado. La sensación que provoca es algo así como de melancolía eufórica.

No hay mucho más para decir. Simplemente creo que se trata de una canción perfecta, conmovedora, con una letra de increíble tristeza y una ejecución que combina sutileza, emoción y euforia de la manera más natural. Mi sugerencia es que se bajen el Retrospective completo y después cada uno de sus discos empezando por el Rollercoaster. Finalmente, como no podía ser de otra manera, abajo pongo el link para que se bajen la canción y juzguen por ustedes mismos.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Los 80 Que No Miramos - Segunda Entrega




















Estoy hasta acá arriba de Franz Ferdinand. No es que su música sea mala. No, definitivamente no es eso. Lo que me pasa es que - para variar - creo que su éxito es desmedido. O sea, ellos lo único que querían era hacer música para hacer bailar a las chicas y vaya si lo lograron! Atesoran un puñado de hits instantáneos, una habilidad tremenda para los ralentis, quiebres y cambios de ritmo, algunas letras interesantes y riffs infecciosos montados sobre una base de pulso dance apta para las pistas mundiales (prueba de ello son los incontables remixes que los más diversos artistas han hecho de sus temas, lo cual no hace otra cosa que confirmar que sus canciones ya tienen incorporados los genes que hacen mover la patita). Pero me fui por las ramas y hay algo que me sigue molestando: sucede que esto ya lo hicieron otros grupos mucho tiempo antes, mucho mejor y sin un ápice del éxito de los Ferdinand. Porque basta escuchar los discos de Orange Juice, Subway Sect y sobre todo de Josef K para darse cuenta que todos los elementos que hoy efectivamente hacen delirar a las chicas - y chicos, por que no - ya estaban ahí a comienzos de los 80 esa década injustamente ninguneada, o maltratada si nos atenemos a la concepción borrosa y limitada que arrojan los compilados del ochentoso de Matías Martin.

¿De que hablamos cuando hablamos de Josef K? En primer lugar del personaje principal de El Proceso, el libro de Franz Kafka. En segundo lugar, de una enorme banda escocesa que tomó el nombre de ese atribulado personaje y lo hizo carne en su novedosa amalgama musical: una combinación inspirada de guitarras filosas y limpias - sin distorsión -, ritmos acelerados con un marcado groove funk, pinceladas electrónicas y la impresionante voz de ultratumba de Paul Haig. La banda surge en Edimburgo a principios de 1980 y luego de algunas presentaciones captan la atención de Alan Horne, fundador del legendario Postcard Records y una figura equiparable a Tony Wilson en lo que respecta a fogonear una escena y creer ciegamente en las posibilidades de grupos desconocidos. Así, fichados para Postcard Records, entablan una suerte de competencia con Orange Juice, la otra banda estrella del sello, que desde Glasgow mantiene encendida la llama viva de una rivalidad amistosa generada por la mutua admiración. Ciertamente, ambas bandas comparten similitudes tanto en su sonido como en el desgano apasionado y anti-rock de sus vocalistas, aunque en el caso de Josef K, los temas son bastante más densos y oscuros y muestran evidentes señales de la fragilidad depresiva de su líder Paul Haig. Es que, como dice Haig en palabras recogidas por Simon Reynolds para su increíble libro Rip It Up And Start Again, mientras que Edwyn Collins - de Orange Juice -estaba leyendo El Cazador Oculto, ellos estaban más concentrados en El Proceso y eso dice mucho de las diferencias de tono entre una y otra banda. En ese sentido, las comparaciones con Joy Division no son desacertadas. De hecho, ese temazo que es It´s Kinda Funny está inspirado en la muerte de Ian Curtis.

Luego de dos singles impresionantes - Radio Drill Time y el mencionado It´s Kinda Funny - la banda comienza la grabación de Sorry For Laughing, un disco cuyo sonido no satisfizo ni a la banda ni a Alan Horne y que jamás sería editado oficialmente. Unos meses después la banda se encierra y en una semana registran The Only Fun In Town, su debut oficial editado en 1981 y lamentablemente, también su despedida ya que poco tiempo después la banda se separaría.

Volviendo a Franz Ferdinand, no seamos tan duros con ellos. De última, reconozcámosle el mérito de haberse fijado en una época olvidada y de haber adoptado esa urgencia a mitad de camino entre el post punk y la new wave con que las bandas escocesas agitaron la escena a principios de los 80. Además, gracias al éxito de Franz Ferdinand, su sello - Domino - decidió poner en funcionamiento sus dotes arqueológicas, revolver los archivos y echar luz sobre ciertos rincones que juntaron moho por demasiado tiempo. Gracias a ese renovado interés, hoy podemos acceder a esos singles brillantes, ese disco abortado y a una selección de los temas que integraron aquel debut, los que junto con una presentación en el programa de John Peel conforman la heterogénea e irresistible propuesta de Entomology, editado por Domino en 2006.

Y como en Serge&Destroy nos gusta compartir, acá abajo está el link para bajarse el disco y de bonus va también el link de descarga para The Glasgow School, el compilado de Orange Juice que, con un criterio similar, Domino editó en 2005.

Josef K – Entomology

Orange Juice – The Glasgow School

viernes, 17 de agosto de 2007

Un Chien Andalou - Parte 2




















Sr. Chinarro - El Mundo Según

De qué carajos habla Antonio Luque en las letras de Sr. Chinarro? O más bien, cual es el tema o idea que subyace bajo algunas de las letras más originales, inventivas y humorísticas que ha dado Sevilla? Porque algo está claro: lo importante no es lo que se dice en ellas, sino cómo se lo dice; y Antonio Luque hace de ese cómo una materia flexible y maleable, que estira y deforma apelando al humor, al costumbrismo y a los ingredientes más absurdos - desde refranes a juegos de palabras - para llegar a un destilado único.

Es que por ese prisma juguetón y deformante pueden atravesar los temas más diversos: su reciente paternidad en La Canción de G.G. Penningstone, los amores no correspondidos en Del Montón, los correspondidos y cultivados puertas adentro en El Mar de la Tranquilidad y la rutina diaria en Militar. Pero la luminosa refracción resultante arroja algunas de las frases más coloridas y divertidas en mucho tiempo. En ese sentido, la lírica Luqueana se mueve en terrenos similares a los dislates surrealistas de otro gran grupo español: El Niño Gusano.

Musicalmente, la banda de Luque decodifica ciertas sonoridades oscuras acuñadas por algunas bandas emblemáticas de los ochenta. The Smiths y The Cure son referencias claras que se filtran en el repiqueteo e interjuego de las guitarras y la utilización que hacen de los teclados y las cuerdas refuerza esa identificación tan eighties. Sin embargo, la receta no queda ahí ya que al igual que Los Planetas en su último disco - La Leyenda del Espacio - Sr. Chinarro es permeable a los sabores del flamenco que al igual que en el disco de los granadinos, se integra orgánicamente como marca de origen de algunas melodías. Aunque, la verdad sea dicha, los tonos difieren notablemente entre ambos discos: opresivo y oscuro en La Leyenda Del Espacio, luminoso y caleidoscópico en El Mundo Según.

Dejando algo de lado el hermetismo y cripticismo de sus primeros discos, Sr. Chinarro parece dirigirse por un camino mucho más luminoso; un sendero que desde su disco anterior - El Fuego Amigo - está iluminado permanentemente por el sol y recorrido por un viento que sopla fresco por sobre estas canciones que ahora respiran con gracia singular. Este énfasis pop se ve beneficiado por una producción cálida y maderosa que eleva a la n el peso específico de las canciones. Y no hay una síntesis más apropiada para la mecánica del disco que el cubo-mundi-mágico de la tapa; ese objeto que nos sugiere la reconstrucción del mundo - o al menos de la realidad de Luque - a través de la rotación y el cambio de posición de muchas de las certezas que asumimos con respecto al pop español.

Bajalo Acá!

lunes, 13 de agosto de 2007

Un Chien Andalou - Parte 1


















Los Planetas - La Leyenda del Espacio

La tapa del nuevo disco de Los Planetas muestra lo que parece ser una termografía que permite imaginar la irrupción de una entidad candente en la más cerrada oscuridad. Tranquilamente podría ser una estrella o una galaxia hirviente expandiendo su atracción gravitacional como latigazos a los confines del universo. Siguiendo con la imagen, no tardamos en comprobar que son los 13 temas del disco los que irradian ese brillo abrasador y explosivo. En ellos, la banda granadina propone un viaje de retorno a sus primigenios e inflamados sonidos, aunque con un combustible mucho menos pop y con un alto dosaje de psicodelia en la mezcla. Para este trip, el curso sugerido resulta novedoso al aventurarse por una serie de canciones populares de Andalucía - con el flamenco a flor de piel -que la banda adapta con gran ingenio y gusto al típico sonido de sus guitarras. El resultado es de una naturalidad que asombra y echa luz sobre esa presencia tradicional que - ahora vemos - siempre estuvo allí.


Aquellos que decidan acercarse al disco, adentrarse en sus surcos y llegar a su núcleo incandescente, tendrán que estar dispuestos a perderse en las mareas espesas de un sonido oscuro, saturado de efectos, amenazante y podrido que relega como nunca esas variables de identificación terrenal: la presencia amable de sonoridades acústicas y la voz de J, oculta en esta ocasión tras la imponente mole sonora. Si bien La Leyenda del Espacio está armado sobre un esqueleto de raíces flamencas, encontramos tres composiciones originales de la banda: una de ellas - Reunión En La Cumbre, que letra de la hostia! - con pasta de hit para un hipotético compilado Planeta y - se presume - favorito absoluto de sus presentaciones en vivo que - por lo visto - aquí seguiremos añorando. Otros momentos destacados llegan de la mano de La Verdulera y su introducción que homenajea al She Said She Said de los Beatles, Alegrías Del Incendio - primer single del disco - y Tendrá Que Haber Un Camino con el colorido aporte vocal de Enrique Morente.


Después de la accesibilidad de sus últimos dos discos, Los Planetas entregan una obra demandante, difícil y (muy) eléctrica pero que una escucha atenta, ubica como una de sus obras más solidas. Así que, chequéen los instrumentos, preparen los controles, enciendan los motores y sean bienvenidos a este viaje turbulento. Para despegar, hagan clic acá.

lunes, 6 de agosto de 2007

Una Experiencia Religiosa















Arcade Fire – Neon Bible

Un apagón de varias cuadras. Eso es lo que sucedió ni bien terminé de escuchar por primera vez Neon Bible, el segundo disco de Arcade Fire. Como si toda esa tensión acumulada durante la escucha, todo ese fluir energético y apoteótico, fueran demasiado para la alicaída capacidad energética de este momento. Es increíble que haya sucedido así. Y sin embargo, creo que es un lógico corolario de la emoción que transmite la banda en cada una de esas artesanías que pueblan sus dos discos.

No voy a mencionar aquí las influencias permanentemente citadas para este disco. Eso sería caer en la estrechez de un trazado geográfico que en su cuadrada demarcación, no haría otra cosa que quitarle al disco ese sentimiento de obra trascendental. Es que, aquí y ahora, son pocas las bandas que pueden transmitir esa emoción crispada, ese comerse a quien se le cruce por delante.

Atravesado por un pesimismo que no permite entrever una visión favorable del futuro, este septeto parece estar orientado por la muerte. La seguidilla de pérdidas que preludiaron su debut Funeral, se prolonga en el tono escuro de muchas de las nuevas composiciones y en las letras que evidencian una profunda disconformidad con la política imperialista de Bush y una fuerte preocupación ante una evidente decadencia social.

No tan pirotécnico como Funeral, el disco se desenvuelve a partir de Black Mirror, una base machacante sobre un único acorde puntuado por chispazos de cuerdas que tensan una letra que parece apuntar al vacío social y a la canalización de nuestras vidas a través de ese espejo negro que es la televisión. Un momento altísimo del disco es Intervention, pura emoción propulsada por un órgano de iglesia; una composición que en su permanente subida, no parece reconocer otro límite que el cielo. Se destacan también Black Wave/Bad Vibrations, un título que lo dice todo y The Well And The Lighthouse, que con su abrupto cambio de ritmo final, nos regala un vals de ensueño a pura orquesta. El clímax del disco llega con No Cars Go, una reversión antológica de un viejo tema incluido en su primer ep. Es justamente aquí donde Arcade Fire se permite un escape luego de tanta oscuridad, proponiendo un refugio anclado en los recuerdos de infancia.

Muchos podrán tirarse encima de la banda por su exceso de seriedad, su falta de sentido del humor o por la épica exacerbada de su música. Pero en tiempos en que la mirada irónica o la vacía pose cool son el único sustento de ciertos artistas dudosos, se agradece un disco como Neon Bible. Aquí y ahora, una experiencia religiosa.


Bajátelo ahora!


sábado, 28 de julio de 2007

Un Poco De Historia

La reseña de abajo es la primer nota que escribí sobre música. Es un tanto cursi para mi gusto y se nota claramente mi fanatismo por Elliot Smith. De todas maneras, considero que está bastante lograda para ser un debut. Espero que les guste.















Elliot Smith
From a Basement On The Hill (2004)

Quemando puentes

Cuando, hace un año, me enteré de la noticia del suicidio de Elliot Smith, sentí una gran tristeza. De pronto, uno de los cantautores más sensibles y delicados surgidos durante la década pasada, nos dejaba solos. Y a su vez nos hacía tomar conciencia de nuestra propia fragilidad. Ecos de su dulce voz resonando todavía en nuestros oídos. Pero ya lo había anunciado en Figure 8 (2000), su último disco en vida: “Everything means nothing to me”. Las palabras suenan como un triste presagio de lo que sucedería tres años después. Y si todo significaba nada para el, puedo decir que From a Basement On The Hill esta muy lejos de significar nada para mi. Y que su eterna melancolía pueda seguir reconfortándonos, es uno de los mayores logros de su disco póstumo.

Los últimos años fueron tiempos negros para aquellos que amamos el rock. Demasiados músicos talentosos nos abandonaron. Y en particular me viene a la mente la figura de George Harrison, el beatle de la mirada lánguida y misteriosa. Y sucede que mientras escucho Pretty (Ugly Before) no puedo dejar de pensar en George Harrison, y en su particular estilo de ejecución, y en Here Comes The Sun, y en Abbey Road, y…no estaré exagerando? No, por cierto. Los ecos de épocas más felices resuenan inevitablemente en las guitarras de esta hermosa canción, así como también en Shooting Star y en la irresistible A Fond Farewell que bien podría pasar por un outtake del All Things Must Pass de Harrison.

Uno puede preguntarse si el disco muestra indicios del trágico desenlace que sobrevendría y la respuesta es que…bueno…este es un disco de Elliot Smith. Sus temas siempre fueron similares: los desengaños amorosos, la soledad. El sentimiento de pérdida siempre estuvo presente en sus álbumes. Es quizá en Let´s Get Lost, una hermosa balada acústica, donde podamos encontrar alguna pista de su trágica decisión cuando habla de “quemar cada puente que cruza para encontrar algún lugar bonito en el que perderse”. O en Fond Farewell donde parece despedirse de ese alguien que no quiere ser, de una vida que no reconoce como suya. Pero más allá de estos indicios, estamos ante un disco poderoso, con mucho nervio y bastante menos triste de lo que cabría esperar. Desde ya que encontramos los típicos momentos reposados y acústicos marca de fábrica de su autor (Twilight con su historia de amor imposible, es emocionante) pero los mismos están en permanente duelo con los pasajes más furiosos.

Sin embargo, es justamente este contraste permanente entre los momentos reposados y los más arrebatados lo que le quita algo de brillo a la obra. Este constante juego de claroscuros trae aparejado una incapacidad para encontrar un estado de ánimo, un mood. Los distintos momentos del disco no fluyen con naturalidad, funcionando mejor por separado que en conjunto. En muchos momentos, tenemos la sensación de estar ante un compilado en el cual no se prestó mucha atención a la secuencia de los temas. Cabe mencionar también que la muralla de sonido contra la que chocan algunos temas, desvirtúan varias composiciones que hubieran ganado con una producción más despojada.

Los problemas antes mencionados responden probablemente a la naturaleza misma del disco. From a Basement On The Hill, pensado inicialmente como un álbum doble, fue terminado con posterioridad a la muerte de Smith por gente de su entorno familiar, sin que el haya intervenido en la mezcla y ordenamiento final. Cabe preguntarse, además, si realmente estamos ante las versiones finales de los temas (al menos como los mismos estaban pensados en la mente de Smith) o si, por el contrario, se trata de una reunión de demos con una clara mejora en el sonido.

A pesar de estas observaciones que nos impiden hablar de un álbum perfecto, estamos ante un set de canciones de la mejor cosecha del autor. Un conjunto de melodías que resplandecen con luz propia y nos hacen pensar en que hubiera seguido después de esto. Porque esta claro que Smith estaba lejos de encontrar su techo. Y que el mundo era un lugar mejor con el, y que nuestras vidas se apagaron un poquito cuando se cansó de todo y decidió atravesar su corazón. Una lástima.

jueves, 19 de julio de 2007

Hoy Sali...

Abajo, uno de los temas del año y su correspondiente video. Desde Lista Para Disparar, su último disco, Blanco nos presenta A Buscarte: el video realizado, compaginado y dirigido a dos manos por Vero de www.teleoalreves.com.ar y por Laion, el guitarrista polirubro de Blanco. Que lo disfruten!


miércoles, 11 de julio de 2007

Amigo Piedra























Stoned (Stephen Woolley, UK, 2005, 102´)

Son conocidas las circunstancias y acontecimientos previos a la muerte de Brian Jones: su progresivo deterioro físico y mental, el abuso de drogas, su creciente paranoia, su cada vez más escaso aporte a los Rolling Stones y el último clavo en el ataúd que significó su desafectación de la banda a manos de Jagger y Richards. Dictaminada como “muerte accidental” por el oficial médico y con evidentes señales de abuso de drogas y alcohol, la causa de su muerte nunca fue aclarada. Sin embargo, una de las pistas más firmes es la que apunta a que un albañil contratado por Jones para reformar su casa, fue el que luego de una discusión y harto del divismo de la estrella, lo ahogó en su pileta.

Esta es la línea argumental que sigue Stoned, película dirigida por el inglés Stephen Woolley. Concentrándose en los tres meses previos a su muerte y recapitulando algunos momentos esenciales de la vida de Jones mediante la utilización de flashbacks, la película se concentra en la convivencia esquiva de Jones con Anna Wohlin – su novia de ese momento – y la siempre inquietante presencia de Frank Thorogood, el albañil a cargo de las reformas de su casa.

Lo que podría haber sido una película por demás interesante, no pasa de ser un barato telefilm que tiene escrita por todos lados la palabra Hallmark. Es que la película está teñida de ese didactismo for dummies y de esa visión simplificada que son una marca registrada en las producciones de ese canal. Porque, vamos, la materia prima es buenísima: la conflictiva relación de Jones con Jagger y Richards, su rol inicial de líder de los Stones y su progresiva marginación del proceso creativo de la banda; ni que hablar de su enfermiza relación amorosa con Anita Pallenberg, quien lo abandonara por Keith Richards, personificado como un músico carilindo y mojigato, en una elección de casting poco afortunada. De hecho, toda la secuencia que muestra el deterioro de la relación de Jones con Pallenberg - los supuestos golpes que aquel le propinaba y su flirteo y posterior fuga con Richards - resulta cómica sin proponérselo, poco favorecida por un tratamiento típico de novela de las cuatro de la tarde que incluye un Keef de la más noble madera poniendo cara de vecina chismosa y enojada ante el maltrato de Jones hacia su por entonces novia. Creo que la historia original debe haber sido un tanto más heavy.

Asimismo, sucesos trascendentales como la visita de Brian a Marruecos y la grabación que realizó de los Master Musicians of Jajouka, son mostrados con una liviandad digna de tiras juveniles al estilo de Clave de Sol o Pelito (con esto evidencio un poco mi edad) con el músico agitando su cabeza ensoñadamente, con una cara de idiota terminal: algo así como un video clip hiper estilizado y trucho. Sabida es la alta estima que Jones guardaba por William Burroughs: que mejor, entonces, que mostrar una toma descuidada en que, como al pasar, deja El Almuerzo Desnudo sobre una mesa. En resumen, la película es cliché puro.

¿Y la música? Bueno…ni siquiera ese rubro se salva. Evidentemente semejante film no debe haber contado con la bendición de sus majestades, asunto por demás evidente ya que la película no incluye ningún tema de los Stones en sus versiones originales. Así, por ejemplo, la secuencia final posterior a la muerte de Brian Jones está musicalizada por una versión muy extraña de Time Is On My Side a cargo de A Band Of Bees (o The Bees a secas) quienes también se hacen cargo de otras elecciones. Otro momento bizarro es la versión de Ballad Of a Thin Man por los olvidados Kula Shaker (claro, este pastiche nunca podría haber estado en la consideración del viejo Bob). Lo único que se agradece es la inclusión de Lazy Sunday de los Small Faces y el White Rabbitt de Jefferson Airplane, esta vez sí en sus versiones originales.

El resultado de esta suma de clichés, actuaciones inverosímiles y esa facilidad para quedarse en la superficie de una historia que tiene mucha tela para cortar, convierten a Stoned en una experiencia poco recomendable para fans, que se lamentarán por asistir a una banda ridiculizada y a un Brian Jones de utilería llevando adelante los hilos de un guión infantil. Para el resto del público, no obstante, puede resultar un entretenimiento adecuado para ver luego de esa otra caricatura que es The Doors, la película de Oliver Stone.

martes, 3 de julio de 2007

Vuelven Todos!
















New York Dolls – One Day It Will Please Us To Remember Even This

Cuando en 2005 los Stooges decidieron reunirse, la duda no tardo en instalarse: ¿Podría la leyenda de Detroit estar a la altura de sus ilustres pergaminos? La respuesta que vino a derrumbar todos los prejuicios fue que, efectivamente, la banda de Iggy Pop podía aún recrear en vivo la furia garagera de sus primeros dos discos. Lamentablemente, el disco resultante de esta reunión es indigno de semejante historia. Es que, The Weirdness, no deja de ser un refrito de ideas por demás probadas, pura formula que no alcanza para resolver la inquietante mediocridad de sus composiciones.

El caso de los New York Dolls podía estar sujeto a la misma suspicacia. Sobrevivientes de un destino trágico que en el camino se cargó el genio maldito de Johnny Thunders y la descontrolada base rítmica de Jerry Nolan y Arthur Kane; los malogrados Dolls capitaneados por David Johansen y Sylvain Sylvain decidieron enterrar toda esa pérdida, asumir su edad, armar una nueva banda y demostrar que todavía tenían algo para decir en eso de tender lazos entre el rock n roll podrido de los Rolling Stones y el punk crudo y nihilista de los Sex Pistols.

Primero fueron invitados por Morrissey - uno de sus fans más famosos - a integrar el line-up del prestigioso Meltdown 2004, festival que contaba al mancuniano como su curador estrella. La experiencia fue positiva y apiló los cimientos para un futuro álbum. Así, dos años después, llega la edición de su nuevo disco, One Day It Will Please Us To Remember Even This, una sorpresa en varios frentes.

Porque ahí está el lápiz labial, el nombre escrito en carmín, esos generadores de empatía desde el mismo arte de tapa. Y para complementar el deja-vu nostálgico, ahí están esas canciones cubiertas de brillantina, ese rock n roll crujiente aunque menos caótico que en sus inicios. Y ahí está también la voz ajada de Johansen: una usina de experiencia, excesos y sensualidad al servicio de algunas melodías de alto vuelo.

Partiendo de una patada con estribillo recargado (We´re All In Love), el disco ofrece postales de dulce melancolía (Plenty Of Music), estribillos glamorosos (Dance Like a Monkey), ecos de los Kinks setenteros (Maimed Happiness) y el update de rigor de Personality Crisis (Gotta Get Away From Tommy). Una escucha apurada podría precipitar el disco al arcón de las reuniones sin alma, pero si dejamos de lado la mirada torcida y sospechosa y nos relajamos, quien sabe, incluso a nosotros, algún día, nos agrade recordar este disco.


viernes, 22 de junio de 2007

DFA Incorporated

Dado que mi computadora está por entrar en el quirófano, aprovecho para colgar una reseña que escribí hace algún tiempo. Espero volver a la normalidad la semana que viene.















LCD Soundsystem – Sound Of Silver

El comienzo de Get Innocuous, primer impacto del nuevo disco del proyecto de James Murphy, nos remite al pulso irresistible de Losing My Edge, aquel demoledor single con el que LCD Soundsystem se dio a conocer en 2002. En su letra, un Murphy orgulloso aseguraba, entre otras cosas, haber presenciado las primeras performances de Suicide en un loft de New York en 1974. Aquellos que estuvieron en las dos presentaciones de LCD Soundsystem en Argentina – la última, en ocasión del Southfest 2005 – pueden ufanarse de modo similar. Tal fue el impacto de esos shows, mucho menos electrónicos que punk.

Lo que Sound of Silver viene a confirmar el claro desdoblamiento entre su sonido en estudio y el terremoto que desatan en vivo. Así, nos damos cuenta de que los poderes de la banda se encuentran en tenso control a lo largo de los nueve temas que componen la obra. Tensión, esa es la palabra clave.

Y eso es justamente lo que transmite North American Scum, el primer y violento single, pariente directo del memorable Daft Punk is Playing at my House, donde Murphy reflexiona con acidez sobre su condición de norteamericano y resume con ironía el estado de situación actual de su querida New York. El complemento de esta poderosa diatriba es el melancólico y glamoroso cierre del álbum, New York, I Love You but You´re Bringing Me Down, cuyo título habla por sí mismo. Su tranquila melodía nos traslada sin escalas a aquellas noches de purpurina y excesos que dieron lugar al Transformer de Lou Reed.

Otro punto alto es Time To Get Away que revela una fuerte impronta funk en todas sus líneas instrumentales. Sin embargo, el podio le pertenece a la increíble Someone Great, una adictiva melodía guiada por un riff de glockenspiel que transpira el pop caleidoscópico de los primeros discos de Brian Eno, una referencia que se observa a lo largo de varios pasajes del disco.

Sound Of Silver es, en definitiva, un álbum que evidencia su preferencia por las aristas cortantes del post-punk y que además, proyecta su luz sobre otras áreas de la música de los 70. Ahora solo resta esperar su tercera visita.

sábado, 9 de junio de 2007

Vetiver: Te Voy a Ver

El martes 12 de junio – en el marco de la primera fecha del festival Nuevos Aires Folk – se presentará Vetiver, un combo que es mucho más que la banda de apoyo de Devendra Banhart.


Quienes en noviembre de 2006 tuvimos la oportunidad de presenciar el show del hippie de Texas en una disco que poco tenía que ver con los paisajes bucólicos sugeridos en sus melodías – ambiente careta, entrada prohibitiva -, nos sorprendimos con la presencia de algunos miembros de Vetiver, que le hacían de backing band. Entre ellos, Andy Cabic, el líder del proyecto que es mucho más que la banda de apoyo de Banhart.

Vetiver se formó en 2004 y se dieron a conocer al colar uno de sus temas en el compilado definitorio The Golden Apples Of The Sun, una bolsa de hongos psicodélicos recolectada y curada (ver Juana Molina) por Banhart, que se constituyó en el apropiado resumen de una floreciente escena que no tardó en desplegar sus misiles freaks, sus granadas psych y sus soldados folk para deleite de los amantes de los duendes, el olor a lluvia sobre el pasto y la calidez de la madera.
















Así, sumergidos en las volutas de humos alterativos, fueron condensando las canciones del debut homónimo de Vetiver, un disco hipnótico, aletargado; una invitación a la derivación somnolienta por los meandros de leyendas olvidadas y esos sitios oscuros del pensamiento. El disco toma su forma definitiva con los aportes esenciales de cuatro figuritas: Devendra himself, Hope Sandoval, la reina polar que guiaba a Mazzy Star, Colm O´Ciosoig, que con sus aportes percusivos al disco se sacude un poco el sopor de tantos años de esperar la iluminación de Kevin Shields (My Bloody Valentine) y Joanna Newsom, el hada arpista, autora de The Milk-Eyed Mender, de uno de los discos mas extraños y encantadores de 2005. Combinando juguetones esbozos acústicos con punzantes arreglos de cuerdas, las melodías se desenvuelven como canciones de cuna surrealistas, ideales para mandar a dormir a los personajes más fantásticos.
















To Find Me Gone, el segundo disco de Vetiver, fue editado en 2006 marcando un interesante progreso en relación a su debut. La dulzura acústica persiste y el crujir de la madera genera una calidez que lo convierte en esos discos ideales para ser escuchados en invierno. Sin embargo, se nota una mayor presencia rítmica, una ampliación de la paleta sonora y una profusión de matices que derivan en un disco que no mantiene un ánimo uniforme, permitiéndose extensas derivas instrumentales, súbitos arranques de distorsión (Red Lantern Girl), ejercicios del country mas dulce (Won´t Be Me) llegando incluso hasta el tramado de raggas que enmarcan el desarrollo acústico en Been So Long, la excelente apertura. El cierre con Down At El Rio, un dulce dueto entre Cabic y Banhart, invita al más etílico sing-along.

Si bien mi recomendación ferviente está dirigida a Vetiver, el Nuevos Aires Folk se desarrolla a lo largo de tres fechas. El 14 de junio será el turno de José González y el cierre - el 15 - estará a cargo de Juana Molina. Un par de comentarios al respecto:

- Considero que Juana Molina es muy ladri. Así nomás. Hice el esfuerzo de engancharme con sus discos pero me resulta imposible. La mina puede chapear con que tocó con David Byrne y con sus proyectos con Andy Cabic y con su consagración indie; pero a mi, todo eso no deja de parecerme el flavour of the month, ese sabor exótico de temporada y mesa de saldos. Así como en su momento Byrne abrazó la originalidad lisérgica de Os Mutantes, ahora sigue con su cruzada de caballero de la World music y es así como llega a una de las artistas menos talentosas y más insufribles de este rincón del mundo. Apropiación exótica que le dicen. Algo así como la explotación de toda la música cubana a manos de Ry Cooder y su proyecto del Buena Vista Social Club pero con una galaxia de talento en el medio. Ni que hablar de su rol de curadora artística del festival. Que estupidez! Ni que estuvieramos hablando del Meltdown Festival o del All Tomorrow´s Parties. Ahí sí que hay todo un concepto o no concepto guiando la curaduría y la elección de los participantes. En el caso del festival en Buenos Aires, de casualidad pudieron juntar a un par de artistas más o menos similares como son José González y Vetiver y en el medio se cuelan sus hermanas y Juana para cerrar. Increíble. Tanto como la diferencia en el precio de las entradas.

- José González me parece un tipo talentoso. Me gusta su estilo para tocar la guitarra y son ciertas las influencias que le endilgan, desde Nick Drake hasta Silvio Rodríguez. Sin embargo, su disco Veneer me duerme sin remedio. Se destacan dos temas: Heartbeats, un cover del genial tema de The Knife y Crosses, un oscuro momento de genuina sensibilidad. El resto, me resulta indistinguible, aburrido, falto de matices; todo lo cual derive en un disco largo a pesar de su escasa duración. Esto sumado al precio elevado de las entradas (bastante zarpado si lo comparamos con el valor de las de Vetiver) hace que no me vaya a contar entre los asistentes a su show. De todas maneras, me parece que habría que jugarle unas fichitas a su disco de próxima salida, In Our Nature. Veremos…

sábado, 26 de mayo de 2007

Los 80 Que No Miramos















- Blue Orchids, The Greatest Hit (Money Mountain) (1982): Mark E. Smith es un tipo jodido. Como explicar sino que ni bien editado el disco debut de The Fall, Live At Witch Trials, dos de sus integrantes fundamentales hayan decidido abandonar el barco? Esto es lo que sucedió con Martin Bramah y Una Baines, respectivamente el guitarrista y la tecladista de la seminal agrupación de Manchester; quienes hartos del clima dictatorial impuesto por Mr. Smith, deciden crear una nueva banda: Blue Orchids. Los lazos con The Fall son claros: guitarras fracturadas y chirriantes, una base machacante, lírica obtusa, recitada en muchos casos. Pero lo que los diferencia claramente es la omnipresencia de un órgano psicótico que guía las melodías a través de ácidas digresiones. Su original propuesta terminaría de cuadrar en el disco referido en el título. En este álbum no solo nos refugiamos en los oscuros recovecos del post-punk más ignorado; también podemos saborear las mieles del pop más amable, presente en la melancolía acústica de Bad Education, uno de sus temas más destacados.


















- Opal, Happy Nightmare Baby (1987): Para aquellos que nos enamoramos de Fade Into You, aquella lánguida y oscura balada de Mazzy Star entonada por una etérea Hope Sandoval, se convirtió en una obsesión seguir los pasos previos del mentor de la banda: David Roback. Así, rastreamos el linaje de sus guitarras en el origen de Rain Parade, una banda que plasmó su amor por los Byrds y por Neil Young en un par de discos memorables que se convirtieron, de paso, en una influencia cabal de los Stone Roses y del Primal Scream de Sonic Flower Groove. El siguiente proyecto de Roback fue Opal, una banda con una propuesta radicalmente diferente a la dulzura colgada de su antecesora. Y si bien, el cuelgue persiste como una pátina psicodélica que lo cubre todo, los climas son más sombríos, las guitarras se inflaman en distorsión y los ritmos derivan en una nube de humo narcótico. Sacaron un único disco, Happy Nightmare Baby, que pasó sin pena ni gloria. Su compilado de Early Recordings corrió igual suerte. El resto, Mazzy Star y el éxito son historia conocida.


















- The Sound, From The Lion´s Mouth (1981): Otra historia de perdedores. Una banda criminalmente olvidada. A mitad de camino entre la angustia de Joy Division y la oscuridad gloriosa de Echo & The Bunnymen, The Sound cultivaba inquietantes atmósferas y climas crepusculares, articulando la tensión de sus guitarras cristalinas con sus teclados brillantes: un intento por abrir el espectro sonoro que los emparentaba con bandas clave como Magazine y su prog-punk. Líricamente eran cosa seria: imágenes opresivas, angustia existencial, poesía maldita. Los ingredientes estaban ahí pero les faltó ese plus de suerte necesaria. From The Lion´s Mouth es el disco clave en una discografía que nunca toca terrenos resbaladizos. El triste arco evolutivo de la banda terminó en 1999 con el suicidio de Adrian Borland - su líder -, un tipo que llegaría a producir Me And a Monkey on The Moon, el último y mejor disco de Felt. El resurgimiento del post punk al que asistimos los últimos dos años, permite poner en perspectiva la importancia de bandas como The Sound. Muchas de las nuevas y exitosas bandas que profanaron las tumbas de aquellos grupos olvidados no son sino una cáscara vacía que palidece de vergüenza ante la sustancia original.