sábado, 28 de julio de 2007

Un Poco De Historia

La reseña de abajo es la primer nota que escribí sobre música. Es un tanto cursi para mi gusto y se nota claramente mi fanatismo por Elliot Smith. De todas maneras, considero que está bastante lograda para ser un debut. Espero que les guste.















Elliot Smith
From a Basement On The Hill (2004)

Quemando puentes

Cuando, hace un año, me enteré de la noticia del suicidio de Elliot Smith, sentí una gran tristeza. De pronto, uno de los cantautores más sensibles y delicados surgidos durante la década pasada, nos dejaba solos. Y a su vez nos hacía tomar conciencia de nuestra propia fragilidad. Ecos de su dulce voz resonando todavía en nuestros oídos. Pero ya lo había anunciado en Figure 8 (2000), su último disco en vida: “Everything means nothing to me”. Las palabras suenan como un triste presagio de lo que sucedería tres años después. Y si todo significaba nada para el, puedo decir que From a Basement On The Hill esta muy lejos de significar nada para mi. Y que su eterna melancolía pueda seguir reconfortándonos, es uno de los mayores logros de su disco póstumo.

Los últimos años fueron tiempos negros para aquellos que amamos el rock. Demasiados músicos talentosos nos abandonaron. Y en particular me viene a la mente la figura de George Harrison, el beatle de la mirada lánguida y misteriosa. Y sucede que mientras escucho Pretty (Ugly Before) no puedo dejar de pensar en George Harrison, y en su particular estilo de ejecución, y en Here Comes The Sun, y en Abbey Road, y…no estaré exagerando? No, por cierto. Los ecos de épocas más felices resuenan inevitablemente en las guitarras de esta hermosa canción, así como también en Shooting Star y en la irresistible A Fond Farewell que bien podría pasar por un outtake del All Things Must Pass de Harrison.

Uno puede preguntarse si el disco muestra indicios del trágico desenlace que sobrevendría y la respuesta es que…bueno…este es un disco de Elliot Smith. Sus temas siempre fueron similares: los desengaños amorosos, la soledad. El sentimiento de pérdida siempre estuvo presente en sus álbumes. Es quizá en Let´s Get Lost, una hermosa balada acústica, donde podamos encontrar alguna pista de su trágica decisión cuando habla de “quemar cada puente que cruza para encontrar algún lugar bonito en el que perderse”. O en Fond Farewell donde parece despedirse de ese alguien que no quiere ser, de una vida que no reconoce como suya. Pero más allá de estos indicios, estamos ante un disco poderoso, con mucho nervio y bastante menos triste de lo que cabría esperar. Desde ya que encontramos los típicos momentos reposados y acústicos marca de fábrica de su autor (Twilight con su historia de amor imposible, es emocionante) pero los mismos están en permanente duelo con los pasajes más furiosos.

Sin embargo, es justamente este contraste permanente entre los momentos reposados y los más arrebatados lo que le quita algo de brillo a la obra. Este constante juego de claroscuros trae aparejado una incapacidad para encontrar un estado de ánimo, un mood. Los distintos momentos del disco no fluyen con naturalidad, funcionando mejor por separado que en conjunto. En muchos momentos, tenemos la sensación de estar ante un compilado en el cual no se prestó mucha atención a la secuencia de los temas. Cabe mencionar también que la muralla de sonido contra la que chocan algunos temas, desvirtúan varias composiciones que hubieran ganado con una producción más despojada.

Los problemas antes mencionados responden probablemente a la naturaleza misma del disco. From a Basement On The Hill, pensado inicialmente como un álbum doble, fue terminado con posterioridad a la muerte de Smith por gente de su entorno familiar, sin que el haya intervenido en la mezcla y ordenamiento final. Cabe preguntarse, además, si realmente estamos ante las versiones finales de los temas (al menos como los mismos estaban pensados en la mente de Smith) o si, por el contrario, se trata de una reunión de demos con una clara mejora en el sonido.

A pesar de estas observaciones que nos impiden hablar de un álbum perfecto, estamos ante un set de canciones de la mejor cosecha del autor. Un conjunto de melodías que resplandecen con luz propia y nos hacen pensar en que hubiera seguido después de esto. Porque esta claro que Smith estaba lejos de encontrar su techo. Y que el mundo era un lugar mejor con el, y que nuestras vidas se apagaron un poquito cuando se cansó de todo y decidió atravesar su corazón. Una lástima.

jueves, 19 de julio de 2007

Hoy Sali...

Abajo, uno de los temas del año y su correspondiente video. Desde Lista Para Disparar, su último disco, Blanco nos presenta A Buscarte: el video realizado, compaginado y dirigido a dos manos por Vero de www.teleoalreves.com.ar y por Laion, el guitarrista polirubro de Blanco. Que lo disfruten!


miércoles, 11 de julio de 2007

Amigo Piedra























Stoned (Stephen Woolley, UK, 2005, 102´)

Son conocidas las circunstancias y acontecimientos previos a la muerte de Brian Jones: su progresivo deterioro físico y mental, el abuso de drogas, su creciente paranoia, su cada vez más escaso aporte a los Rolling Stones y el último clavo en el ataúd que significó su desafectación de la banda a manos de Jagger y Richards. Dictaminada como “muerte accidental” por el oficial médico y con evidentes señales de abuso de drogas y alcohol, la causa de su muerte nunca fue aclarada. Sin embargo, una de las pistas más firmes es la que apunta a que un albañil contratado por Jones para reformar su casa, fue el que luego de una discusión y harto del divismo de la estrella, lo ahogó en su pileta.

Esta es la línea argumental que sigue Stoned, película dirigida por el inglés Stephen Woolley. Concentrándose en los tres meses previos a su muerte y recapitulando algunos momentos esenciales de la vida de Jones mediante la utilización de flashbacks, la película se concentra en la convivencia esquiva de Jones con Anna Wohlin – su novia de ese momento – y la siempre inquietante presencia de Frank Thorogood, el albañil a cargo de las reformas de su casa.

Lo que podría haber sido una película por demás interesante, no pasa de ser un barato telefilm que tiene escrita por todos lados la palabra Hallmark. Es que la película está teñida de ese didactismo for dummies y de esa visión simplificada que son una marca registrada en las producciones de ese canal. Porque, vamos, la materia prima es buenísima: la conflictiva relación de Jones con Jagger y Richards, su rol inicial de líder de los Stones y su progresiva marginación del proceso creativo de la banda; ni que hablar de su enfermiza relación amorosa con Anita Pallenberg, quien lo abandonara por Keith Richards, personificado como un músico carilindo y mojigato, en una elección de casting poco afortunada. De hecho, toda la secuencia que muestra el deterioro de la relación de Jones con Pallenberg - los supuestos golpes que aquel le propinaba y su flirteo y posterior fuga con Richards - resulta cómica sin proponérselo, poco favorecida por un tratamiento típico de novela de las cuatro de la tarde que incluye un Keef de la más noble madera poniendo cara de vecina chismosa y enojada ante el maltrato de Jones hacia su por entonces novia. Creo que la historia original debe haber sido un tanto más heavy.

Asimismo, sucesos trascendentales como la visita de Brian a Marruecos y la grabación que realizó de los Master Musicians of Jajouka, son mostrados con una liviandad digna de tiras juveniles al estilo de Clave de Sol o Pelito (con esto evidencio un poco mi edad) con el músico agitando su cabeza ensoñadamente, con una cara de idiota terminal: algo así como un video clip hiper estilizado y trucho. Sabida es la alta estima que Jones guardaba por William Burroughs: que mejor, entonces, que mostrar una toma descuidada en que, como al pasar, deja El Almuerzo Desnudo sobre una mesa. En resumen, la película es cliché puro.

¿Y la música? Bueno…ni siquiera ese rubro se salva. Evidentemente semejante film no debe haber contado con la bendición de sus majestades, asunto por demás evidente ya que la película no incluye ningún tema de los Stones en sus versiones originales. Así, por ejemplo, la secuencia final posterior a la muerte de Brian Jones está musicalizada por una versión muy extraña de Time Is On My Side a cargo de A Band Of Bees (o The Bees a secas) quienes también se hacen cargo de otras elecciones. Otro momento bizarro es la versión de Ballad Of a Thin Man por los olvidados Kula Shaker (claro, este pastiche nunca podría haber estado en la consideración del viejo Bob). Lo único que se agradece es la inclusión de Lazy Sunday de los Small Faces y el White Rabbitt de Jefferson Airplane, esta vez sí en sus versiones originales.

El resultado de esta suma de clichés, actuaciones inverosímiles y esa facilidad para quedarse en la superficie de una historia que tiene mucha tela para cortar, convierten a Stoned en una experiencia poco recomendable para fans, que se lamentarán por asistir a una banda ridiculizada y a un Brian Jones de utilería llevando adelante los hilos de un guión infantil. Para el resto del público, no obstante, puede resultar un entretenimiento adecuado para ver luego de esa otra caricatura que es The Doors, la película de Oliver Stone.

martes, 3 de julio de 2007

Vuelven Todos!
















New York Dolls – One Day It Will Please Us To Remember Even This

Cuando en 2005 los Stooges decidieron reunirse, la duda no tardo en instalarse: ¿Podría la leyenda de Detroit estar a la altura de sus ilustres pergaminos? La respuesta que vino a derrumbar todos los prejuicios fue que, efectivamente, la banda de Iggy Pop podía aún recrear en vivo la furia garagera de sus primeros dos discos. Lamentablemente, el disco resultante de esta reunión es indigno de semejante historia. Es que, The Weirdness, no deja de ser un refrito de ideas por demás probadas, pura formula que no alcanza para resolver la inquietante mediocridad de sus composiciones.

El caso de los New York Dolls podía estar sujeto a la misma suspicacia. Sobrevivientes de un destino trágico que en el camino se cargó el genio maldito de Johnny Thunders y la descontrolada base rítmica de Jerry Nolan y Arthur Kane; los malogrados Dolls capitaneados por David Johansen y Sylvain Sylvain decidieron enterrar toda esa pérdida, asumir su edad, armar una nueva banda y demostrar que todavía tenían algo para decir en eso de tender lazos entre el rock n roll podrido de los Rolling Stones y el punk crudo y nihilista de los Sex Pistols.

Primero fueron invitados por Morrissey - uno de sus fans más famosos - a integrar el line-up del prestigioso Meltdown 2004, festival que contaba al mancuniano como su curador estrella. La experiencia fue positiva y apiló los cimientos para un futuro álbum. Así, dos años después, llega la edición de su nuevo disco, One Day It Will Please Us To Remember Even This, una sorpresa en varios frentes.

Porque ahí está el lápiz labial, el nombre escrito en carmín, esos generadores de empatía desde el mismo arte de tapa. Y para complementar el deja-vu nostálgico, ahí están esas canciones cubiertas de brillantina, ese rock n roll crujiente aunque menos caótico que en sus inicios. Y ahí está también la voz ajada de Johansen: una usina de experiencia, excesos y sensualidad al servicio de algunas melodías de alto vuelo.

Partiendo de una patada con estribillo recargado (We´re All In Love), el disco ofrece postales de dulce melancolía (Plenty Of Music), estribillos glamorosos (Dance Like a Monkey), ecos de los Kinks setenteros (Maimed Happiness) y el update de rigor de Personality Crisis (Gotta Get Away From Tommy). Una escucha apurada podría precipitar el disco al arcón de las reuniones sin alma, pero si dejamos de lado la mirada torcida y sospechosa y nos relajamos, quien sabe, incluso a nosotros, algún día, nos agrade recordar este disco.