lunes, 6 de agosto de 2007

Una Experiencia Religiosa















Arcade Fire – Neon Bible

Un apagón de varias cuadras. Eso es lo que sucedió ni bien terminé de escuchar por primera vez Neon Bible, el segundo disco de Arcade Fire. Como si toda esa tensión acumulada durante la escucha, todo ese fluir energético y apoteótico, fueran demasiado para la alicaída capacidad energética de este momento. Es increíble que haya sucedido así. Y sin embargo, creo que es un lógico corolario de la emoción que transmite la banda en cada una de esas artesanías que pueblan sus dos discos.

No voy a mencionar aquí las influencias permanentemente citadas para este disco. Eso sería caer en la estrechez de un trazado geográfico que en su cuadrada demarcación, no haría otra cosa que quitarle al disco ese sentimiento de obra trascendental. Es que, aquí y ahora, son pocas las bandas que pueden transmitir esa emoción crispada, ese comerse a quien se le cruce por delante.

Atravesado por un pesimismo que no permite entrever una visión favorable del futuro, este septeto parece estar orientado por la muerte. La seguidilla de pérdidas que preludiaron su debut Funeral, se prolonga en el tono escuro de muchas de las nuevas composiciones y en las letras que evidencian una profunda disconformidad con la política imperialista de Bush y una fuerte preocupación ante una evidente decadencia social.

No tan pirotécnico como Funeral, el disco se desenvuelve a partir de Black Mirror, una base machacante sobre un único acorde puntuado por chispazos de cuerdas que tensan una letra que parece apuntar al vacío social y a la canalización de nuestras vidas a través de ese espejo negro que es la televisión. Un momento altísimo del disco es Intervention, pura emoción propulsada por un órgano de iglesia; una composición que en su permanente subida, no parece reconocer otro límite que el cielo. Se destacan también Black Wave/Bad Vibrations, un título que lo dice todo y The Well And The Lighthouse, que con su abrupto cambio de ritmo final, nos regala un vals de ensueño a pura orquesta. El clímax del disco llega con No Cars Go, una reversión antológica de un viejo tema incluido en su primer ep. Es justamente aquí donde Arcade Fire se permite un escape luego de tanta oscuridad, proponiendo un refugio anclado en los recuerdos de infancia.

Muchos podrán tirarse encima de la banda por su exceso de seriedad, su falta de sentido del humor o por la épica exacerbada de su música. Pero en tiempos en que la mirada irónica o la vacía pose cool son el único sustento de ciertos artistas dudosos, se agradece un disco como Neon Bible. Aquí y ahora, una experiencia religiosa.


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