martes, 3 de julio de 2007

Vuelven Todos!
















New York Dolls – One Day It Will Please Us To Remember Even This

Cuando en 2005 los Stooges decidieron reunirse, la duda no tardo en instalarse: ¿Podría la leyenda de Detroit estar a la altura de sus ilustres pergaminos? La respuesta que vino a derrumbar todos los prejuicios fue que, efectivamente, la banda de Iggy Pop podía aún recrear en vivo la furia garagera de sus primeros dos discos. Lamentablemente, el disco resultante de esta reunión es indigno de semejante historia. Es que, The Weirdness, no deja de ser un refrito de ideas por demás probadas, pura formula que no alcanza para resolver la inquietante mediocridad de sus composiciones.

El caso de los New York Dolls podía estar sujeto a la misma suspicacia. Sobrevivientes de un destino trágico que en el camino se cargó el genio maldito de Johnny Thunders y la descontrolada base rítmica de Jerry Nolan y Arthur Kane; los malogrados Dolls capitaneados por David Johansen y Sylvain Sylvain decidieron enterrar toda esa pérdida, asumir su edad, armar una nueva banda y demostrar que todavía tenían algo para decir en eso de tender lazos entre el rock n roll podrido de los Rolling Stones y el punk crudo y nihilista de los Sex Pistols.

Primero fueron invitados por Morrissey - uno de sus fans más famosos - a integrar el line-up del prestigioso Meltdown 2004, festival que contaba al mancuniano como su curador estrella. La experiencia fue positiva y apiló los cimientos para un futuro álbum. Así, dos años después, llega la edición de su nuevo disco, One Day It Will Please Us To Remember Even This, una sorpresa en varios frentes.

Porque ahí está el lápiz labial, el nombre escrito en carmín, esos generadores de empatía desde el mismo arte de tapa. Y para complementar el deja-vu nostálgico, ahí están esas canciones cubiertas de brillantina, ese rock n roll crujiente aunque menos caótico que en sus inicios. Y ahí está también la voz ajada de Johansen: una usina de experiencia, excesos y sensualidad al servicio de algunas melodías de alto vuelo.

Partiendo de una patada con estribillo recargado (We´re All In Love), el disco ofrece postales de dulce melancolía (Plenty Of Music), estribillos glamorosos (Dance Like a Monkey), ecos de los Kinks setenteros (Maimed Happiness) y el update de rigor de Personality Crisis (Gotta Get Away From Tommy). Una escucha apurada podría precipitar el disco al arcón de las reuniones sin alma, pero si dejamos de lado la mirada torcida y sospechosa y nos relajamos, quien sabe, incluso a nosotros, algún día, nos agrade recordar este disco.