sábado, 24 de noviembre de 2007

De Suecia Con Amor

Debe ser el agua. O el aire. O quizá se trate del clima. Pero lo que sí es seguro es que algo pasa en los países nórdicos. Es que si no, cuesta entender que en una región con la más alta tasa de suicidios del mundo, una extensión desolada de lagos y bosques iluminada – es un decir – por el sol de medianoche, se de una proliferación tan importante de bandas que si por algo se caracterizan es, justamente, por su dulzura. Hablamos de una zona geográfica en la que ese vasto y heterogéneo “a pesar de” se ha transformado en un curioso “gracias a” que ha dado lugar a algunas de las bandas y solistas más interesantes del pop actual. En este caso, nos vamos a referir a dos discos de 2007 que nos deslumbran desde Suecia.




















- Jens Lekman, Night Falls Over Kortedala: Estamos ante un disco ideal para, a) musicalizar un paseo en bicicleta en un día soleado, b) acompañar un baile desencajado y pretendidamente dandy frente a un espejo ó c) saborear cócteles delicados en una fiesta que puede no serlo. A cada cual se le pueden ocurrir combinaciones igual de efectivas. Lo seguro es que todas van a tener que ver con el bienestar, un estado favorecido por la sutileza y la gracia de un compositor que tiene la etiqueta de clásico pegada en su frente. Poco se puede hacer ante la lírica juguetona de este fan de Jonathan Richman que se constituye como el improbable maestro de ceremonias de una celebración en la que se dan cita los más contagiosos arreglos, la profusión de cuerdas y bronces en estado de gracia y las historias más interesantes de un suburbio de Gotemburgo, un lugar en el que – como ya dijimos – algo debe haber en el aire.






















- Shout Out Louds, Our ill Wills: En su cuento breve El Continuo de Gernsback, William Gibson – un conocido autor de ciencia ficción – ponía en boca de uno de sus personajes la idea del fantasma semiótico, una construcción para referirse a esos fragmentos de imaginería de la cultura profunda y popular que se desprenden del inconciente colectivo y toman vida propia. Eso es justamente lo que sucede con Shout Out Louds. La banda sueca producida por Bjorn Yttling (Peter Bjorn & John) parte de una serie de componentes profundamente asimilados – arreglos, sonidos de guitarras y bajos – de protagonistas reconocidos de otra época – en este caso de los 80, de la mano de The Smiths, The Cure y New Order – y los reprocesa en un preparado refrescante, agridulce del que a la gorda de Robert Smith no le vendría nada mal nutrirse para darle nueva vida a un songwriting que viene en franca decadencia. De última, las herramientas están a su alcance: el contribuyó a crearlas. Lo que nos sucede al escuchar Our ill Will es que nos sentimos nuevamente en casa, transportados fugazmente en el tiempo, percibiendo perfumes que creíamos olvidados. Y este milagro viene de la mano de un puñado de canciones memorables que se constituyen como el vehículo ideal de esos fantasmas sonoros.