Lo que pasa es que no quería dejar de comentar lo bien que la pasamos con L y H en Koln, Alemania. Es curioso lo que nos pasó y para contarlo paso a hilar una cadena de acontecimientos que nos condujeron - sin programarlo en absoluto - a ver uno de los mejores shows de los que tengamos memoria:
1) Enterados del viaje, decidimos sacar entradas para los cuatro días del FIB. No se pueden dejar pasar oportunidades así, menos cuando se puede ver a My Bloody Valentine y comprobar que hay de cierto sobre esas leyendas que corrieron por años sobre sus shows. Pero esto es tema de otro posteo o bien pueden leer mis opiniones en el sitio chileno Super45, en el que amablemente colgaron una crónica de los shows a los que asistí.
2) Nos enteramos que Los Planetas tocaban en el Summercase en fecha coincidente con el FIB. Además se sumaron Mogwai y Los Campesinos! entre otros. Hay que decir que el tercer día del FIB era bastante flojo al punto que la única banda interesante era Brian Jonestown Massacre.
3) Los Planetas se presentan en Buenos Aires!!! Si eso no es mala leche, que le pregunten a los chacareros. La posibilidad de que Los Planetas tocaran en Argentina era casi inexistente. Ahora...que lo hicieran justo en ocasión de nuestro viaje ya resultaba casi imposible. Pero sucedió.
4) H me calentó la cabeza. No se si los lectores sabrán de nuestro fanatismo compartido por la banda granadina. Lo cierto es que, calientes al mango por perdernos el show en BA, decidimos sacar entrada para verlos en el Summercase. Resultado: chau Brian Jonestown Massacre!
5) Promediando el viaje y ya cansados de un ritmo bastante agotador - que tuvo su pináculo en la ultimate psychedelic experience que vivimos en Amsterdam - decidimos calmarnos y optar por un destino que intuíamos tranquilo: Koln o Colonia para los amigos; una amable y simpática ciudad alemana.
6) Buscando desesperadamente un lugar barato para comer, nos dirigimos a los barrios aledaños a la estación del tren - todo el glamour estos pibes - para lo cual tuvimos que pasar por un puente bajo nivel. Allí me llama la atención un póster con un dandy sobre un auto. Miro mejor: es Anton Newcombe. H me llama la atención sobre la fecha del show: es mañana boludo!
7) Así pues, el 7/7 nos dirigimos a sacar nuestras entradas - 16 euros, bastante barato por cierto -. El show era en el Luxor, un lugar no mucho más grande que La Cigale, pónganle. Así es que terminamos en esa bella ciudad viendo una de nuestras bandas preferidas sin esperarlo en absoluto. Lo que se dice, una hermosa casualidad - o sería causalidad mas bien? - Bueno...no nos pongamos filosóficos.
El Show
Demostrando claramente la escasa confianza que la banda debe tener en My Bloody Underground, su último y poco inspirado disco, solo dos temas fueron presentados esa noche: Yeah-Yeah y Golden Frost. El resto, una perla tras otra, con cumbres de alto cuelgue emotivo en Anenome y sobre todo en Hide & Seek y Swallowtail, un tema que raramente tiene cabida en sus presentaciones. En total presentaron 10 temas, BJM style - caóticos y en versiones extendidas -articulados a lo largo de un drone símil sitar que marcaba las transiciones entre los 10 momentos del show; un continuo a partir del cual - en un clima de zapada psicodélica - los siete BJM desarrollaban las canciones.
Una de las claves que hacen que el show de BJM funcione de maravillas, es la sensación de que todo está a punto de desmoronarse. Se nota que la banda está afilada – para los parámetros que manejan, desde ya – porque el énfasis hay que ponerlo en ese a punto. A lo largo de una presentación caleidoscópica, violenta y frágil a la vez, resalta el buen humor de Anton Newcombe que no paró de intercambiar palabras con el público. El final – tras una hora y veinte de show – nos deja re manija.
Culminado el show, nos dirigimos a la puerta del Luxor donde degustamos unas cervezas con doritos. Al rato, sale Newcombe quien le regala una banana (¡) a un chico venezolano que conocimos ahí y rehúsa la oferta de doritos de H. Parece que estaba en el medio de una reyerta amorosa con una tal Kathy – que cantó en Anenome – que al rato se bajó ofuscada del micro de gira. Luego – todo esto es muy groupie – salió Ricky Maymi con su remera de los Triffids, seguido de Joel Gion - el Mozart de las panderetas, desencajado y entrado en peso - quien nos dirigió unas miradas plenas de contenido etílico. Finalmente tuvimos la oportunidad de degustar unos tragos y enaltecer las virtudes de una buena Kolsch junto a Will Carruthers, bajista de prontuario legendario – Spacemen 3, Spiritualized, Sonic Boom -.
Para ese momento, con H ya estábamos bastante pasados de bier, razón por la cual decidimos enfilar hacia el hotel. Al día siguiente, partíamos con L hacia la ciudad-maqueta-república de los niños de Brujas, la ciudad que cierra a las diez de la noche.